
.
José Miguel de la Cruz Rojas. Doctor en Ciencias del Deporte y CEO de JCRSports
Como entrenadores y preparadores físicos, nos podemos preguntar si el tenis masculino y femenino son similares o tienen diferencias. ¿Entrenarías igual a un hombre y a una mujer? ¿Les afectan de igual manera las cargas de entrenamiento que les proponemos? ¿Qué tipo de cargas provocan mayores beneficios a las jugadoras?
En este artículo hablaré de manera sintética de las diferencias existentes entre hombres y mujeres y cómo afectan a la hora de planificar y organizar los entrenamientos desde la parcela física. Para ello me serviré principalmente del libro de David Suárez (2017), en su apartado «La mujer y la manifestación de la velocidad «.
A nivel de fuerza, las mujeres tienen un tercio de la fuerza que un hombre en el tren superior y dos tercios en el tren inferior. A tenor de estas afirmaciones, la fuerza en el tren inferior puede ser una de las principales fórmulas de mejora del rendimiento en las mujeres. Se sugiere plantear bloques más cortos, más intensidad y más variabilidad de cargas. Debemos centrar más la atención en el estímulo de la fuerza explosiva, la manifestación específica de la fuerza y la velocidad, aprovechando el mayor nivel residual de las adaptaciones más básicas.
Las mujeres parecen manifestar una mayor variabilidad en el desarrollo de la fuerza que podría estar relacionado con una mayor variabilidad relativa de los niveles de testosterona. A su vez, las jugadoras presentan estancamientos más rápidos en el entrenamiento de fuerza pero son capaces de mantener los picos de rendimiento adquiridos durante más tiempo, incluso incrementando los niveles iniciales de fuerza explosiva.
Con respecto al entrenamiento de la zona core, se deben controlar la fuerza y el control corporal de la zona próxima al centro de gravedad para poder desarrollar el potencial motor a altas velocidades.
Teniendo en cuenta que las jugadoras son cada vez más altas, más fuertes y más rápidas, esto supondrá una mayor longitud de palanca que les permitirá desarrollar patrones de juego más agresivos. Al poseer unos valores más elevados de movilidad articular (excesiva laxitud), podrían manifestar un mayor déficit de fuerza y una mayor inestabilidad articular, incrementando la ratio de lesiones por cada 1000 horas de práctica deliberada.
Por otro lado, el ciclo menstrual marca las fases de mayor rendimiento por la fluctuación hormonal. De esta manera, las fases postmenstruales y postovulatorias serán períodos con mayor y mejor rendimiento físico y mental en jugadoras de tenis. Para evitar problemas menstruales (amenorrea y osteoporosis ), no deberían bajar nunca del 17% de masa grasa, ubicándose en valores medios del 19-20% (Reid et al., 2003).
Por último, su VO2max medio se ubica en los 45 ml/kg/min-1, lo que nos indica una valoración de 10 ml/kg/min-1 inferior a la media de los jugadores masculinos (Kilit et al., 2018). Por tanto, su nivel de potencia aeróbica será inferior.
Dada mi experiencia profesional con jugadoras de alto nivel, se deben atender a este tipo de criterios para su correcta preparación y planificación. La individualización de cargas, con un componente de género, permitirá mejorar el rendimiento de nuestras jugadoras.
Bibliografía:
- Kilit, B., Arslan, E., and Soylu, Y. (2018). Time-motion characteristics, notational analysis and physiological demands of tennis match play: A review. Acta Kinesiológica, 12(2), 5-12.
- Reid, M., Quinn, A, and Crespo, M. (2003). Strength and Conditioning for Tennis. International Tennis Federation.
- Rodríguez, D. S. (2017). La manifestación de la velocidad de desplazamiento en el tenis. Paidotribo.