



Periodista deportivo. Madrid. Aquí, reportajes y entrevistas desgranando la actualidad tenística.
Siguiendo la ATP, la WTA… Y la ITF
Los cuadros individuales de Roland-Garros 2022 dejan en evidencia, de una forma extrema, las dos realidades que vive el tenis actual. La masculina y la femenina. Ellos: un circuito con poco espacio a las sorpresas donde la única ausencia del top10 es por lesión previa. Ellas: un circuito anárquico donde cada semana aparece una nueva favorita y en París solo ha presentado una top10 en la segunda semana.
Los cuadros individuales de Roland-Garros 2022 dejan en evidencia, de una forma extrema, las dos realidades que vive el tenis actual. La masculina y la femenina. Ellos: un circuito con poco espacio a las sorpresas donde la única ausencia del top10 es por lesión previa. Ellas: un circuito anárquico donde cada semana aparece una nueva favorita y en París solo ha presentado una top10 en la segunda semana.
Los gustos llevarán a cada uno a elegir un modelo u otro. Cada uno, evidentemente, tiene sus ventajas y sus desventajas. Un circuito como el actual femenino tiene su principal debe en la debilidad para atraer nuevos ojos, nuevos aficionados.
Cuando tienes un producto y quieres llevarlo a nuevas fronteras lo primero que necesitas es materia prima para vender. Referencias. Y cuando una semana sacas una campeona, pero no tiene continuidad, ese referente queda descafeinado.
En París, el escenario que lleva siendo habitual en el tenis femenino se ha plasmado de forma radical y contundente: de las 10 primeras raquetas del mundo, llamadas a alcanzar como pronto cuartos u octavos, solo una lo ha hecho. Y ha sido la tenista que está dominando el circuito desde marzo: Iga Swiatek.
Con Iga no van las desconexiones. Al menos no en los últimos tres meses. empezó a ganar en Doha y ha seguido haciéndolo en Indian Wells, Miami, Stuttgart, Roma y (a la hora de escribir estas líneas), París.
La situación en Roland-Garros ha llegado al punto de que cuatro top10 cayeron en primera ronda, tres lo hicieron en segunda y dos en tercera. Saliendo al top20, hay tres tenistas que siguen adelante y cuatro más del top50. Hacer una previsión fuera de Iga Swiatek es poco menos de una temeridad. Y pensar que alguien más puede llegar a levantar el título es casi más temerario. Pero, como hemos empezado diciendo, la WTA es una anarquía y que Iga pueda tropezar de aquí a la final tampoco sorprendería del todo.
En el otro extremo tenemos el circuito ATP. Sorpresas las justas y mínimas y fuera del top10. De la última clasificación antes de París solo hay un tenista que no esté en octavos: Matteo Berrettini. Y el italiano no está porque no disputa el torneo por lesión.
Los otros nueve han llegado a octavos y cuatro ya están en cuartos. De hecho, los octavos han traído la primera baja por un enfrentamiento entre miembros del top10 (Nadal ha ganado a Auger-Aliassime).
Ala fiabilidad y solidez histórica de Djokovic y Nadal y sus excelsos números se le suma la buena actuación del segundo nivel: Medvedev, Zverev, Tsistipas, Alcaraz, Rublev y Ruud. Es probable que haya bajas de cara a cuartos por los enfrentamientos directos o con tenistas muy próximos. Llega una ronda en que ser número ocho o número 12 es algo que se queda en el cuadro y en el vestuario, pero no sale a la pista.
La fiabilidad del tenis masculino (o su falta de espacio para las sorpresas) o la anarquía de la WTA y sus permanentes sorpresas (o su falta de capacidad para mantener referentes en el tiempo). Son los dos modelos que ya llevan tiempo instaurados en el tenis profesional de máximo nivel pero que en París ha tenido una exposición radical. Ninguna menos una o todos menos uno. ATP o WTA. En la variedad está el gusto.