
José Miguel de la Cruz Rojas. Doctor en Ciencias del Deporte y CEO de JCRSports
Como ya hablamos en el anterior artículo sobre planificación de la condición física en tenis, el preparador físico debe ser capaz de organizar las cargas adecuadas para que el tenista alcance su mejor versión en los momentos concretos, a través de una dosificación de estímulos apropiados, respetando los tiempos de recuperación óptimos.
No olvidemos nunca que las mejoras fisiológicas provocadas por el entrenamiento se producen en los momentos de recuperación y esta recuperación debe ser de calidad. De ahí la importancia del descanso y de respetar las horas de sueño adecuadas en función de la edad del jugador.
En este nuevo artículo vamos a seguir indagando sobre el tema de la planificación deportiva y todos aquellos aspectos que sean relevantes a la hora de llevar a cabo un programa de preparación física para tenis. La evaluación inicial y periódica es de vital importancia para conocer el estado de forma del tenista y su progresión a lo largo de la temporada. Conocer el proceso de mejora dará mayor motivación al jugador y nos aportará un plus como preparadores físicos específicos de tenis.
De igual modo, la dosificación de cargas cobra un importancia capital en función del momento de la temporada. Debemos saber qué tipo de cargas, su volumen, intensidad, densidad y tiempos de recuperación adecuados para cada momento. Y más aún si trabajamos con jóvenes jugadores de tenis en formación, en los cuales debemos respetar sus fases sensibles de desarrollo para no entorpecer su adecuado desarrollo biológico ni provocar lesiones innecesarias por una carga mal gestionada.
Las Ciencias del Deporte se centran en este tipo de parámetros cuando nos referimos al entrenamiento deportivo con menores de edad. Todo programa de preparación física en tenis tiene una fase general y una fase más específica. En cada una de ellas se entrenarán diferentes capacidades.
Estas capacidades irán muy determinadas por el punto de partida del jugador. Por ejemplo, si tenemos una jugadora con bajo nivel de resistencia aeróbica, que será vital para recuperar los esfuerzos intensos que hagamos en la fase de preparación más específica, debemos realizar un trabajo sobre dicha capacidad para conseguir la base en la que se apoyen todos estos esfuerzos.
Una vez conocemos las características del tenista, debemos centrarnos en su patrón de juego. No es lo mismo preparar a un jugador con una mayor agresividad en su planteamiento táctico que entrenar a un tenista más conservador, cuya zona habitual de juego se centra en la línea de fondo. El primero de los casos deberá realizar una trabajo más importancia de mejora de la potencia o fuerza útil y su velocidad, mientras que en el segundo caso, la mejora de su potencia aeróbica y la velocidad de desplazamiento sobre la línea de fondo ocuparán sus principales bazas para llevar el partido a su zona de confort (Vila, C, 2016).
En el anterior artículo sobre esta temática hablamos del modelo tradicional de periodización del entrenamiento. En esta ocasión, nos centraremos en el modelo contemporáneo, denominado ATR. Su nombre se deriva de las 3 fases en las que se trabajan diferentes capacidades que sientan las bases sobre las que construir el estado de forma del jugador: Acumulación, Transformación y Realización.
Según Aparicio y Renes (2016), las características básicas del diseño ATR se basa en dos puntos fundamentales:
a) La concentración de cargas de entrenamiento sobre capacidades específicas u objetivos concretos de entrenamiento.
b) El desarrollo sucesivo de ciertas capacidades/objetivos en bloques de entrenamiento especializados o mesociclos.
Según estos autores, las capacidades motoras y técnico-tácticas en deportistas experimentados y de alto nivel deportivo tienen difícil progresión.
Las mejorías de las capacidades motoras son más bajas en un entrenamiento complejo comparadas con las de un entrenamiento concentrado. Esta justificación corrobora la afirmación que propuse en la primera parte de esta temática, incidiendo en la idoneidad de los modelos más tradicionales de tenistas en formación en edades juveniles.
Los modelos ATR están pensados para exprimir al tenista absoluto con un bagaje muy amplio de entrenamiento, premisas que no se cumplen en tenistas en formación.
Este tipo de planificación obedece a 3 principios:
El número de capacidades/objetivos que se pueden entrenar simultáneamente dentro de un mesociclo debe reducirse. Se incluirán 2 ó 3 capacidades motoras a la máximo.
Las capacidades/objetivos deben ser compatibles para un desarrollo simultáneo dentro del mesociclo.
El empleo de los mesociclos debe atender a una duración óptima, con una duración más corta que en los ciclos tradicionales.
Una vez conocidos los dos diseños de planificación más importantes que se pueden llevar a la práctica en el mundo de la preparación física en el tenis, debemos ser conscientes de los objetivos que pretendemos y la edad de nuestros tenistas. Su salud, su mejora del rendimiento y el logro de mejoras que le permitan seguir creciendo en el tenis serán las premisas más importantes y debemos estar con ellos para que comprendan el proceso que deben seguir. Conocerlo e interiorizarlo serán claves para disfrutar del camino, dejando a un lado el resultadismo. Esta labor deberá ir siempre supervisada por educadores físico deportivos específicos en tenis que están altamente formados para llevar a cabo la labor de preparación física específica.
Bibliografía:
Aparicio, JA. y Renes, VM. (2016). Las cualidades físicas en el tenis y su entrenamiento. Madrid: Tutor.
Ferrauti, A., Maier, Guillier, Quintana, I. y Weber, K. (2021). Manual para el entrenamiento del tenis. Barcelona: Paidotribo.
Reid, M., Quinn, A. and Crespo, M. (2003). Strength and conditioning for tennis. London: International Tennis Federation.
Vila Gómez, C. (2016). Tenis. Preparación física total. Barcelona: Paidotribo.