
José Miguel de la Cruz Rojas. Doctor en Ciencias del Deporte y CEO de JCRSports
Termina el año tenístico 2022 y multitud de jugadores de competición cierran su año deportivo pensando en los logros alcanzados y en los objetivos por cumplir en el año entrante. Para los cuerpos técnicos y, en concreto, para los preparadores físicos, comienza una ardua tarea en la que planificar todos los objetivos principales del año, establecer los picos de máximo rendimiento marcados en rojo, dosificar las cargas a lo largo de la nueva temporada y adaptar las capacidades físicas más importantes a entrenar en cada fase de la temporada.
Este artículo versa sobre dicha temática. Cómo la literatura científica establece las mejores recomendaciones para alcanzar los resultados óptimos a nivel condicional con los jugadores a los que entrenamos. El control de cargas y dosificación de las mismas va a ser clave para ir construyendo el estado de forma ideal, atendiendo a que el tenis es un deporte donde las variables son múltiples y el estado de forma será un apoyo más en la consecución de los objetivos destacados. En definitiva, dotar de un orden cronológico a cada momento y fase de entrenamiento en función de los objetivos.
Para comprender mejor qué significa el término planificación, nos ceñiremos la literatura científica. Según Zintl, F. (1991), el entrenamiento es un proceso planificado que pretende un cambio (optimización, estabilización o reducción) del complejo de capacidad de rendimiento deportivo (condición física, técnica de movimiento, táctica y aspectos psicológicos). De tal modo que la planificación sería la adaptación de medidas a corto y largo plazo del proceso de entrenamiento hacia el alcance previsto de la forma deportiva (capacidad óptima de rendimiento + disposición para entrenar).
Aparicio y Renes (2016), aluden a Matveiv (modelo de planificación más clásico pero más interesante desde mi punto de vista con jugadores juveniles) para planificar el entrenamiento en 3 periodos diferenciados con sus principales características:
a) Periodo preparatorio: Se realizan trabajos genéricos (resistencia aeróbica y fuerza). Periodo de gran duración que oscila desde un gran volumen y poca intensidad hasta la alternancia casi completa de dichos términos. La especificidad prevalece en el último tramo de este periodo. Podríamos hablar de periodos de pretemporada o micro pretemporadas.
b) Periodo competitivo: Alta especificidad, bajo volumen y altísima intensidad. Fase principal de ubicación de las principales competiciones.
c) Periodo transitorio: Fase de descanso y recuperación. Existen otros tipos de planificación más contemporáneos (ATR) que buscan exprimir al máximo al jugador de alto nivel al concentrar las cargas en breves periodos de tiempo. Este tipo de planificación será tratada en próximos artículos. Como inicio de este periodo de planificación, ya comentado en anteriores artículos, será vital una buena batería de test que nos marquen el estado en el que se encuentra el tenista. Saber dónde estamos y hacia dónde queremos llegar será clave en la mejora constante del jugador/a.
Una vez tengamos los datos de partida, planificaremos evaluaciones de control que nos arrojen luz sobre los procesos de mejora que está sufriendo el jugador. Normalmente, estos microciclos de test irán ubicados al inicio de cada bloque de entrenamiento, denominado macrociclo.
Y os preguntaréis, ¿Qué es un macrociclo? Se trataría de un ciclo de entrenamiento más o menos largo que desemboca en un periodo de competición de duración variable (de 3 a 12 semanas).
Una vez ubicados los microciclos de test, la dosificación de cargas de orientación general hasta las más específicas deberá ser organizada a lo largo del modelo de planificación escogido para buscar el mejor estado de forma del jugador/a.
También tenemos que tener en cuenta que los picos de rendimiento tienen una duración máxima de 2-3 semanas consecutivas. Para ello, debemos hilar muy fino para cuadrar temporalmente el pico de rendimiento con las fechas de los compromisos marcados en el calendario anual. Una vez superados, debemos volver a dosificar cargas para comenzar de nuevo el proceso de puesta a punto. En este sentido, el tenis tiene un cierto parecido a los deportes de equipo, en los que el rendimiento se debe mantener sobre un 80% durante largos periodos de tiempo al tener fases competitivas cercanas a las 40 semanas de competición anuales en el circuito ATP/WTA. Por ello, la dosificación de esfuerzos progresivos y variados, la selección de competiciones importantes y la planificación de los momentos de
recuperación, con microciclos específicos y en la vida diaria de cada jugador, adquieren una importancia capital.
La planificación en tenis es compleja debido a un alto grado de incertidumbre en los resultados que nos hace reestructurar todo el proceso una y otra vez. Es un documento vivo que debe adaptarse a cada momento de la temporada y centrarse en la individualidad para aportar al jugador todo el carácter beneficioso del entrenamiento estructurado. Deberá ser consensuado con todo el staff técnico y el tenista para hacerles partícipes de dicho proceso de preparación deportiva.
Después de más de 20 años como preparador físico, me he dado cuenta que muchas veces adolecemos de falta de tiempo para reflexionar sobre el proceso y que, como mínimo, debemos planificar sobre las líneas generales de trabajo. Esta labor, deberá ir siempre supervisada por educadores físico deportivos específicos en tenis que están altamente formados para llevar a cabo la labor de preparación física específica.
Bibliografía:
- Aparicio, JA. y Renes, VM. (2016). Las cualidades físicas en el tenis y su
entrenamiento. Madrid: Tutor. - Bompa, T. (2000). Periodización del entrenamiento Deportivo. Barcelona:
Paidotribo. - Ferrauti, A., Maier, Guillier, Quintana, I. y Weber, K. (2021). Manual para el
entrenamiento del tenis. Barcelona: Paidotribo. - Zintl, F. (1991). Entrenamiento de la resistencia. Fundamentos, métodos y
dirección de entrenamiento. Barcelona: Martínez Roca.