La gestión mental de las dificultades: cómo hacer que las dificultades sean menos dificultades
Vicente Cuairán propone un tema de máximo interés: cómo gestionar las dificultades que surgen durante un partido

Richard Bach escritor estadounidense y autor de libros tan destacados como Juan Salvador Gaviota decía en uno de sus múltiples aforismos: “Justifica las dificultades y te quedarás con ellas”.
Creo que no le falta razón porque cuando nos justificamos sobre lo que sea, perdemos la oportunidad de aprender sobre eso de lo que nos estamos justificando y, al no aprender, lo único que conseguimos es que esa dificultad se quede con nosotros y repitamos el error una y otra vez.
Hay que aceptar una realidad incuestionable: “Todos tenemos dificultades o vivimos situaciones difíciles”. Tú, tus rivales, Federer, Nadal, Djokovic… ¡Todos! Absolutamente todos tenemos dificultades que nos obstaculizan e incluso impiden alcanzar algunos de los objetivos que nos hemos planteado o que nos pueden llegar a limitar a la hora de rendir de la manera en la que esperábamos.
No somos bichos ratos por tener dificultades. Y ser capaces de entender esto es algo ¡importantísimo!
En la vida y en el tenis podemos tener y vivir situaciones que nos puedan limitar tanto desde un punto de vista interno como externo: Ejemplos de dificultades internas serían, por ejemplo, una pequeña molestia o sentir cansancio.
En el caso de las dificultades externas podemos encontrar, por ejemplo, el viento, la pista, la pelota, o que nuestro rival ese día esté jugando increíble.
En ambos casos, tanto en las internas y como en las externas, lo normal es que de una u otra manera puedan influir en las manera en la que competimos o en nuestro rendimiento. Con una pequeña molestia o con mucho viento lo normal es que no podamos jugar ni rendir al 100% de nuestro rendimiento máximo porque esas situaciones suponen una interferencia que nos impiden competir como lo haríamos sin la molestia o sin el viento.
Pero el problema no es ese, el problema es como gestionamos mentalmente la dificultad a la que nos estamos enfrentando, porque la manera en la que lo hagamos hará que esa dificultad se multiplique y sea todavía peor o que podamos adaptarnos y buscarle soluciones.
La tendencia natural que parece estar inoculada en el ser humano (o más bien en esta sociedad y por extensión en el mundo del deporte) es la de justificarnos mediante excusas que puedan dar explicación al hecho de que no seamos capaces de rendir al nivel que podríamos rendir cuando no lo hacemos.
Ejemplos de justificaciones y excusas cuando la dificultad es interna podrían ser: “Como no me voy a quejar si con esa molestia no se puede jugar al 100%” o “si no hubiera tenido la molestia seguro que habría ganado”.
Ejemplos de justificaciones y excusas cuando la dificultad es externa podrían ser: “Es que el viento no me deja jugar”, “es que en esta pista no se puede jugar” o “es que con estas bolas no se puede jugar”.
Y, a veces, es normal que los jugadores busquen esas excusas porque en esta sociedad en la que se nos “obliga” a que todo sea perfecto o a hacerlo perfecto ¡todo el rato y todo el tiempo! y en el que tener dificultades se entiende como “algo malo” que te convierte en “mal jugador”.
Sería algo así:
Si lo hago todo perfecto o la situación es a favor = Buen jugador / Todo está bien. Si no lo hago todo perfecto o la situación es en contra = Mal jugador / Todo está mal.
¿Y quién lo hace todo perfecto todo el tiempo y todo el rato?
Nadie, absolutamente nadie. Pero claro, si me creo que para sentirme bien conmigo mismo tengo que hacerlo perfecto o tiene que salir todo perfecto cuando eso no pasa la conclusión que sacamos está clara ¡Soy un mal jugador! O ¡Está todo mal!
Y claro, nadie quiere sentirse un mal jugador así que la mejor salida para proteger nuestra autoestima cuando no lo hacemos todo perfecto es la de “culpar” a otra cosa que no sea yo, por ejemplo, “molestia, cansancio, pista, pelota o viento” porque de esa manera “no soy yo” es “esa otra cosa”.
Esta manera de pensar tiene algo de perverso. Y no me refiero que sea perverso que los jugadores terminen poniendo excusas y justificaciones porque creo que al final es una conclusión lógica: “Se tienen que proteger de no estar cumpliendo la expectativa impuesta o autoimpuesta de no ser o estar haciéndolo todo perfecto”.
Sinceramente no creo que ellos tenga la culpa, creo que la culpa está en el concepto de perfección. Esa maldita búsqueda incesante de creer que para ser feliz, reconocido y poder estar satisfecho con uno mismo hay que hacer las cosas de manera perfecta o ser perfecto.
Porque:
- Solo podré aceptar mis dificultades y dejaré de justificarme cuando deje de creer que mis dificultades o mis errores me definen como alguien incapaz o peor jugador y,
- Solo podré aceptar mis dificultades y dejaré de justificarme cuando entienda que no pasa nada porque el contexto o la situación no sea siempre perfecta. Y solo en ese momento es cuando dejaremos de necesitar justificar las situaciones que no están a nuestro favor (viento, lluvia, rival…) y nuestras propias dificultades (cansancio, molestia…) con excusas y, por el contrario, me haré responsable de la situación.
- ¿Y cómo lo vamos a conseguir?
¡¡Contándonos bien la situación!! Por ejemplo: “Estoy cansado o tengo una molestia, sé que no podré dar mi 100% pero todavía tengo un 60% para dar así que, ¡me voy a centrar el dar el 100% de ese 60% que es lo que puedo controlar y lo que depende de mí!”. La alternativa sería: “Estoy cansado y no puedo dar el 100%, justo hoy que juego con fulanito, que mala suerte tengo, estando al 60% no puedo hacer nada y seguro que voy a perder”.
Y quizás pierda de las dos maneras, o no, pero si tengo que perder que sea con la actitud y la
mentalidad de la primera frase.
Si hay viento, la pelota o pista está mal pues pasará exactamente lo mismo no podré jugar al 100% como lo haría si la pista o la pelota estuvieran en las mejores condiciones pero de nuevo tengo dos opciones:
“Con esta pelota o en esta pista no se puede jugar” o “Esta es la pelota y la pista que hay, quizás no pueda hacer mi mejor tenis pero voy a ver cómo me adapto a la pelota o a la pista para dar lo mejor de mí en estas condiciones”.
¡Por que siempre puedo elegir lo que me cuento de todo lo que me pasa! El problema es saber entender que es lo que me tengo que contar y como contármelo (Esto es lo que trabajamos con los jugadores los que nos dedicamos a trabajar el entrenamiento mental)
Como en el caso anterior puede que con ambos diálogos internos pierda o no, pero si tengo que perder que sea habiendo aceptado la situación y habiendo tratado de gestionarla.
Porque no se trata de la molestia, del cansancio, de la pista, de la pelota o de la pista, se trata como me cuento a través del diálogo interno la situación que estoy viviendo. ¡Ahí está nuestro auténtico super poder! ¡Y eso es lo que tenemos que aprender a hacer en lugar de pelearnos con nosotros mismos porque no eres o no está saliendo todo perfecto!
Cuando aprendemos que no todo tiene que ser siempre perfecto y cuando aprendemos a contarnos mejor a nosotros mismos las situaciones que vivimos, de repente somos capaces de rendir mucho mejor y aparecen muchas más probabilidades de que el éxito se ponga de nuestro lado.
¡Son todo ventajas!
Vicente Cuairán
Director de Academia de titanes
www.academiadetitanes.es
@adtitanes / @vicentecuairan