Debo confesar que me siento extraordinariamente preocupado por el futuro del Deporte en España; quizás de igual modo que con la Educación o con la Sanidad públicas en una sociedad que camina hacia una revolución necesaria. Umbrales de pobreza del 21, 1 por ciento; tasas de paro juvenil que superan el 57´2 por ciento...Las sociedades suelen desembocar en desastres cuando no son libres y la expresión de la participación es insuficiente. En términos ilustrativos se distingue y se aspira a lo que se denomina sociedades inclusivas. Esa es la aspiración legítima. La caída de los sistemas tiene que ver con el reparto de la riqueza y no con la solidaridad. La solidaridad es un concepto voluntarista. La igualdad es una vocación de todo Estado democrático de derecho. En este contexto, me siendo pesimista en torno al deporte español en cuanto es transversal y por tanto incide de la misma forma sobre el conjunto de los ciudadanos. (ver la experiencia semifallida por inconclusa de los soviets deportivos en la II República)
Por ello, pasaré primero por la escena de las exigencias o necesidades, entendidas como herramientas que no como recursos. En esa línea me posicioné en las reuniones previas a la cita de una representación de las Federaciones deportivas con el Ministro de Educación José Ignacio Wert, al que agradezco su sensibilidad al recibirnos y su talante durante la misma.
La primera reflexión debe partir de si es necesario un cambio en la estructura y competencias que gestionan el deporte. Me consta que por parte del Gobierno de España es uno de los horizontes necesarios de reflexión y análisis. Desde luego, debería haber zonas conexas entre el deporte, la salud y el turismo. Y no podemos relegar a olvido el modelo italiano donde existe una simbiosis entre Comité Olímpico y el órgano gestor público del deporte. La radicalidad de un cambio de modelo estructural es una radicalidad imprescindible especialmente en tiempos de crisis. La impostura y la herejía son la única vía sobre un modelo anquilosado y poco flexible que introduce desequilibrios en la función ordinaria e incluso en la extraordinaria, como ha quedado de manifiesto con la defección de Madrid en Buenos Aires que aún no ha cobrado un solo responsable. Repensar el modelo; transformar las estructuras. Por cierto, ¿para cuándo un proyecto olímpico basado en principios y fundamentos ecosaludables y en la sostenibilidad?
Me preocupa también la incidencia impositiva sobre los agentes del deporte. Los clubes son el secreto del tenis y del deporte español; sobre su estructura se ha cimentado la competitividad que ha erigido a los mejores en lo que son y especialmente a nuestro deporte en num. uno. Los impuestos y tributos municipales; el IVA repercutido, acaban alcanzando la base del deporte y la mengüa. Si es clara su incidencia sobre los hechos culturales, es más que evidente su afección en materia deportiva. No discutimos su elevación (aunque sobre su improcedencia e injustificabilidad les recomiendo el debate Keynes vs. Hayek) -que también- sino que el destino del tributo no recaiga de manera proporcional sobre quienes son protagonistas del hecho deportivo. Es algo así como el retorno necesario como signo de redistribución de la riqueza. Entre ellas, las deducciones en el IRPF o derramas de las Loterías y Apuestas del Estado que creo deberían recaer de forma similar a otras ONGs o la propia Iglesia en los agentes del deporte como expresión del bienestar.
El deporte escolar y el deporte universitario. Inequívocamente necesarios para construir ADN sectorial desde los primeros pasos. El tenis, en especial, tiene una asignatura pendiente en ese territorio. Reducciones presupuestarias no pueden limitar la expansión del tenis en dichos ámbitos. Es urgente la constitución de una comisión de trabajo y un Plan Nacional en dicha dirección que llegue incluso hasta los centros escolares de primaria y secundaria.
La Ley del mecenazgo. Imprescindible para que la inversión de los agentes económicos en deporte tenga su traducción y su retorno. Hace unos meses la RFET inició conversaciones con los Grupos Parlamentarios en esa dirección. Se nos aseguró posteriormente en esa reunión con el Ministro, que Hacienda la aprobaría en el segundo semestre del año 2.014. Bienvenida sea.
Reformas legislativas sobre la Ley del Deporte profundizando en sus áreas y competencias públicas. El deporte federado requiere una redefinición competencial y jurídica. En este aspecto, me preocupa enormemente el sesgo al que puede conducir la licencia única. (ver pasado Consejo de Ministros). La licencia garantiza deporte público para todos y con garantías. Precaución con esa reforma.
Y dejo para el final la autocrítica. Las Federaciones no podemos permanecer aisladas de la sociedad. No me preocupa tanto una campaña de concienciación (fórmula tenue que encubre imagen), como ser el último resquicio para la igualdad. Mientras en todo el territorio nacional no existan las herramientas necesarias, las federaciones tenemos la obligación de garantizar unos mínimos, (eso en el tenis lleva por nombre CAR-Centro de Alto Rendimiento) El mínimum imperativo de una Federación pública, supone que cualquier deportista pueda competir en términos de igualdad con cualquier otro. Esa es mi neurosis particular que no puede decaer y distingue lo público de lo privado. El Alto rendimiento debe seguir -y así debería preservarse- competencia exclusiva de las Federaciones nacionales. La precariedad no puede servir de excusa para obtener vías de financiación a costa de los jugadores que precisan de esas ayudas en cada ámbito territorial. Adelgazar estructuras parece ser lo que se lleva. Pero en este escenario, hago objeción de conciencia.
Por lo demás también tenemos las Federaciones la obligación de ser inclusivas. Reconocer que en los grupos o áreas de intervención hay diferencia. Respetar la diversidad, reconocer la existencia de un tercero vulnerable, con necesidades específicas que han de ser saciadas en igualdad y como consecuencia de la primacía de los derechos fundamentales. Incrementar becas y tal vez armonizar (que no adelgazar estructuras). Mayor democratización y transparencia nos situarán en mejores condiciones propias y harán estériles las necesidades de «imagen» derivadas. Me preocupa el futuro, sí; pero al tenis, en lo que a mi respecta, intentaré no nos coja inermes o, al menos, no alcance a quienes disponen de menos recursos. El deporte no tiene otra razón de ser que sus deportistas.
Menos palabras y mas actos.