‘Low Cost’, ‘Precios Congelados’…son términos que hoy en día no hacen referencia a compras en supermercados o gangas en rebajas sino a la venta de entradas para grandes torneos de tenis. La crisis hace mella en todos los sectores y el tenis no es ajena, ni mucho menos, a ella. El ‘tío del mazo’ como se dice en el mundo del ciclismo ha golpeado con fuerza en el tenis y esa realidad obliga a los propietarios de los torneos a ‘copiar’ fórmulas de éxito en otros sectores económicos y que en el tenis eran absolutamente impensables hasta hace bien poco .
El negocio en los torneos está ahora en la venta de palcos y paquetes empresariales; derechos de televisión y acuerdos comerciales, no en la venta de entradas pero -claro está- sin aficionados en las gradas, las marcas comerciales se sienten menos involucradas. De ahí que sea importante llegar de fans los Fun Park y los graderíos. Si no hay dinero, hay que bajar los precios de las entradas o al menos congelarlos. Es lo que han hecho tanto el Valencia Open 500 como el Barcelona Open Banc Sabadell y lo que está empezando a hacer también el Mutua Madrid Open. No queda más remedio.
El itinerario más radical lo están llevando a cabo desde el Valencia Open. En Octagon y con Juan Carlos Ferrero como director del torneo se dieron cuenta ya hace tiempo de por dónde iba el signo de los tiempos. La política de precios bajos es ya una seña de identidad clave en su proyecto. Este año, la asistencia de público,muy notable en jornadas no decisivas, demuestra que el camino es el adecuado. En Barcelona, el anuncio de la puesta a la venta de entradas vino acompañado de una medida importante: congelación de precios por segundo año consecutivo. El histórico Godó no da un paso atrás y baja los precios para dar dos pasos adelante después pero entiende que hoy por hoy no queda otra opción que apostar por unos precios ‘congelados’. Por su parte, el Mutua Madrid Open, el torneo de mayor categoría de cuantos se disputan en España, mantiene unos precios muy asequibles, sobre todo para las primeras jornadas del evento. La idea es llenar las gradas lo máximo posible en momentos en los que el público no tiene demasiados alicientes por la ausencia de las grandes estrellas en la pista.
Los tres caminos tienen en común el impedir la deserción masiva del público en las gradas. Las entradas VIP, por decirlo de alguna manera; los palcos y los acuerdos con grandes empresas siguen gestionándose a buen ritmo. De lo que se trata de ahora es de garantizar la asistencia de los aficionados al tenis de ‘calle’, esos a los que la crisis no deja indiferentes. Por ello, la línea emprendida es la correcta hasta que lleguen tiempos mejores.