
Con la edad de 6 a 12 años en el colegio, estás deseando después de varias horas escuchando a los profesores salir a jugar al recreo.
Me acuerdo de esos recreos que no paraba ni un segundo quieto, jugando al fútbol, a las canicas, a la peonza, a las carreras y a
muchos otros juegos que no recuerdo sus nombres. Después del recreo, entrabamos a la clase con la camiseta sudada y nos tocaba otra vez atender al siguiente profesor, ya que si estabas despistado recibías un cachete o un castigo.
Luego tenías que bajar a comer y con el estómago lleno, otra vez el recreo y a jugar a lo loco sudando de nuevo la camiseta, para
volver a entrar al aula y terminar con las dos últimas horas de clase. En el recreo no había profesores para organizar nada, cada cual resolvía sus conflictos con los compañeros de la mejor manera posible y las normas y reglamentos de los deportes cambiaban de un día para otro, pero eso es lo que menos importaba ya que lo
importante era JUGAR.
El día que nos tocaba la clase de gimnasia, era uno de los mejores días en el colegio, ya que el profesor era el mismo que nos daba
historia y como no le gustaba el deporte, nos dejaba la hora entera para jugar solos, era un día maravilloso.
La verdad que en el recreo el tiempo se nos pasaba volando y la imaginación y el juego libre nos hacia disfrutar una locura.
¿Por qué cuento está historia?
Para que nos demos cuenta los profesionales del tenis, que en esas edades, los niños tienen que venir a nuestras escuelas con la
misma ilusión que cuando salen del aula y van al recreo y para ello, debemos preparar cada día, la mejor y más imaginativa clase
de tenis que podamos dar en una pista de tenis.
Una clase en las que ellos puedan crear y participar con libertad en sus mundos de juegos y puedan decir y recordar cuando se
hagan mayores: “QUE MARAVILLOSO ERA JUGAR AL TENIS”
Nuestra labor aunque sea muy complicada, es darles una infancia tenística que la recuerden con MUCHA FELICIDAD.