El objetivo no es ganar por Vicente Cuairán
Cuairán matiza en este artículo la expresión 'el objetivo hoy es ganar el partido'

Sí, lo reconozco, el titular del artículo pretender llama la atención sobre un tema en el que (a priori al menos) la mayoría no estará de acuerdo.
Oímos en boca de casi todo el mundo aquello de que “el objetivo de hoy es ganar el partido” pero me gustaría matizar esta afirmación y reflexionar sobre si realmente este ha de ser nuestro objetivo.
Cada vez que nos metemos en pista hay dos variables que entran en juego, el rendimiento (que es la manera en la que jugamos el partido) y el resultado (que es lo que pasa cuando acaba el partido).
El primero, es decir, la manera en la que competimos y como rendimos durante el partido es algo sobre lo que tenemos un alto grado de control y que depende en gran medida de nosotros (a veces el rival no nos permitirá por su juego poder llevar a cabo el juego que pretendemos) pero desde el punto de vista mental da igual quien sea mi rival y da igual que es lo que haga que tendré un control absoluto sobre la actitud y el foco que quiero tener durante el partido.
El segundo, es decir, el resultado, es algo sobre lo que puedo influir ( a través de mi juego) pero sobre lo que no tengo el control absoluto y algo que no depende solamente de mí.
Así pues en todos los partidos tenemos dos factores que van a estar presentes:
Rendimiento que sí depende de mí y que puedo controlar.
Resultado que no depende de mí y que no puedo controlar.
Entendido esto y dándolo por cierto, ¿tendría algún sentido entonces que mi objetivo fuese algo sobre lo que no tengo el control y que no depende de mí como es el resultado?
En mi opinión, ninguno. De hecho, creo que plantearse como objetivo el hecho de ganar es lo que hace que desatemos todo ese ritual de actitudes que no nos interesan como son la tensión, el enfado, o el miedo entre otros.
¿Por qué? Por que establecer una apuesta sobre algo de lo que no tengo el control (el resultado) es jugar a la ruleta rusa de manera constate. No hay nada que puedas hacer para asegurarte que aquello que quieres que pase termine por pasar. Y eso genera tensión, miedo, enfado…
Entonces, ¿el resultado no sirve para nada? Sí, el resultado es una variable muy útil pero no como objetivo. El resultado tiene que ser algo que vaya por detrás del rendimiento, el resultado tiene que ser nuestra meta, es decir, el lugar al que queremos llegar, pero no el objetivo.
¿Y cuál sería nuestro objetivo entonces? Nuestro objetivo ha de ser únicamente competir y rendir durante el partido. Porque eso es lo único que puedo controlar y que depende de mí. Nuestro objetivo tiene que ser la intensidad con la que quiero jugar el partido, si quiero o no estar conectado en cada punto, si me voy a animar cuando gane un punto o si estoy dispuesto a estar en calma pase lo que pase y sea cual sea el fallo la dificultad.
¡Por qué esta es la única apuesta que sé antes del partido que voy a poder ganar y en la que tengo que poner toda mi atención! Poder me da seguridad, calma y conexión.
Así que no, nuestro objetivo no es ganar, nuestro objetivo es competir. Y la magia está en que cuanto mejor compito ¡más opciones tengo de alcanzar la meta de ganar!
Así que si quieres, realmente, alcanzar las metas de resultado que te has propuesto olvídate de todo lo que tenga que ver con el resultado y céntrate en como quieres que sea tu rendimiento en cada punto de cada partido porque si… ¡de verdad! crees en TU PROCESO y te metes a pista con el único objetivo de competir y centrarte en el rendimiento te aseguro que tus metas se van a hacer realidad con muchas más probabilidad.
Vicente Cuairán. Director de Academia de Titanes. Empresa especializada en el entrenamiento de jugadores de tenis.
@adtitanes / @vicentecuairan