
José Miguel de la Cruz Rojas, Doctor en Ciencias del Deporte y CEO de JCRSports
La velocidad es la capacidad física que nos permite movernos en un espacio concreto en el menor tiempo posible. Según Aparicio y Rennes (2016), la velocidad en el tenis nos va a permitir realizar movimientos ante un estímulo concreto, en el menor tiempo posible y con la mayor eficacia.
Basándonos en un anterior artículo, dentro de esta serie sobre preparación física, en el cual hablábamos de la fuerza útil en el tenis, el trabajo de fuerza va a ser determinante para que el tenista sea capaz de generar movimientos rápidos.
Recordemos que la carrera es una sucesión de saltos y que si el jugador es capaz de expresar la máxima potencia en cada salto, tendrá una gran capacidad de velocidad específica. Por tanto, el entrenamiento de la velocidad debe planificarse posteriormente al entrenamiento de la fuerza y ésta debe expresarse en el menor tiempo posible. Es decir, mejorar la habilidad de aplicar más fuerza en el tiempo que dura la acción concéntrica de aceleración hacia la pelota (Baiget, 2011).
Cada punto en competición tiene una media de 3-4 golpes y suponen entre 3-4 metros de desplazamiento entre ellos (Aparicio et al, 2016). Según Galé-Ansodi et al. (2018), los partidos de competición están caracterizados por una alta demanda de aceleraciones y desplazamientos rápidos. Estas características no se replican a menudo en los entrenamientos y se deberían planificar adecuadamente para reproducir las demandas específicas en competición. Por ello, se deben programar ejercicios en los que se reproduzcan las situaciones que nos vamos a encontrar en cada punto (arrancadas, frenadas, cambios de dirección y golpeos en situaciones de desequilibrio). Entre el 20-30% de los golpes en diferentes superficies comprometen a una alta presión temporal en la preparación del golpe, con un fuerte aumento de la cuota de errores en los golpes en carrera (Ferrauti et al., 2021).
Además, atenderemos a que la velocidad en tenis tiene un alto componente de resistencia a la velocidad con recuperaciones incompletas condicionadas por el reglamento de competición (25 segundos tras punto).
No olvidemos que aquello que no se mide no puede mejorar y la velocidad debe ser medida periódicamente. Para ello podemos usar test estandarizados como los test de 5, 10 y 20 metros en línea, el test de 10×5 metros, test de araña y test de salto SJ o CMJ. Si queremos hacer uso de la tecnología, introduciremos plataformas de fuerza o dispositivos de salto que pueden darnos una mayor fiabilidad y un seguimiento del proceso de mejora del jugador.
Por último y como propuesta de trabajo para la mejora de la velocidad, incluiremos progresiones de unos 20 metros en el lateral de la pista, aceleraciones de diferentes distancias, aceleraciones y desaceleraciones con cambios de dirección (ejercicios como la “W”, suicidios y variantes de estos dos primeros pueden ser buenas opciones), sin olvidarnos de propuestas combinadas con entrenamiento de fuerza y desplazamiento (Semisentadilla + saltos verticales + sprint de 10-15 metros).
Recordad que todo este trabajo debe estar siempre supervisado por un educador físico deportivo colegiado que planifique adecuadamente el entrenamiento y dosifique las cargas idóneas para evitar lesiones, respetar las fases de desarrollo óptimo de esta capacidad y mejore vuestro rendimiento en pista.
Bibliografía:
- Aparicio, JA. y Renes, VM. (2016). Las cualidades físicas en el tenis y su
entrenamiento. Madrid: Tutor. - Galé-Ansodi, C., Castellano, J., & Usabiaga, O. (2018). Differences between
running activity in tennis training and match-play. International Journal of
Performance Analysis in Sport, 18(5), 855-867. - Ferrauti, A., Maier, Guillier, Quintana, I. y Weber, K. (2021). Manual para el
entrenamiento del tenis. Barcelona: Paidotribo. - Baiget, E. (2011). Entrenamiento de la fuerza orientado a la mejora de la
velocidad de golpeo en tenis. Journal of Sport and Health Research, 3(3), 229-
244.