Escuchar, noble arte que cultivamos poco en esta sociedad de ruido constante y tiempo que quema.
Escuchar, principio básico y sustento primordial de cualquier intento de aprendizaje.
Escuchar, cualidad de aquellos que buscan la excelencia y aprovechan cualquier atisbo de información de los temporales profesores que te regala la vida y la experiencia.
Escucha¡! Por favor. Pon a cero lo que crees saber. Hazlo como si oyese por primera vez y no con los oídos y la cabeza llena de gotas de lluvia rechinando sobre un tejado de chapa.
Escucha desde el silencio y con los ojos bien abiertos. Se inteligente y vive como propia la experiencia que te brinda el viejo, el sabio, el trabajador.
Eres un folio siempre en blanco si permites que cada día se escriban en ti nuevos renglones.
Solo calla, se humilde, aprende a escuchar.
Benditos y bien hallados aquellos ojos que se abren grandes y expectantes ante el conocimiento y la información.
Cuando aprendes A ESCUCHAR, aparecen pronto los profesores que necesitas.
En un mundo que está olvidando prestar atención, hoy dedico este texto a aquellos alumnos y maestros que aún conservan ese noble pilar fundamental de la enseñanza, esa chispa necesaria para hacer arder la hoguera del aprendizaje con toda su magia y antiguo esplendor.
