Winston Churchill decía que el optimista ve oportunidad en cada peligro; y el pesimista ve peligro en cada oportunidad.
Sea como fuere, optimistas o pesimistas, la verdad es que esta temporada nos hemos adentrado en el reto de levantar un club de tenis privado que había pasado en años anteriores por graves problemas económicos. Tras venderse el club a unos nuevos inversores, negociamos para lograr la concesión de las pistas, lo cual logramos tras varios días de negociación. En el acuerdo, nuestro compromiso contemplaba levantar de nuevo cinco pistas de tierra batida y una pista dura, así como modernizar el sistema de riego, la iluminación, el vallado…
Para rentabilizar la inversión realizada y afrontar el reto de salir vivos de la aventura, vertebramos nuestro negocio en torno a varios ejes:
– Alquiler de pistas de tierra batida. Creemos que al ser un centro abierto a todo el mundo, la tierra batida supone el elemento diferenciador con respecto a nuestros principales competidores, los polideportivos municipales, que suelen tener anticuadas pistas duras. Por ese motivo, renunciamos a hacerlas duras, aunque eso supusiera un gasto más, la contratación de un pistero a tiempo completo para su mantenimiento.
–Creemos que la sociedad actual se adentra en un nuevo sistema de pagar sólo lo que se consume. Por este motivo, para ser parte de nuestro club no hace falta pagar una acción social o una cuota mensual. Nada de eso. Cualquier persona puede entrar en nuestro club y pagar el alquiler de la pista sin ningún tipo de obligación más.
–Servicios de enseñanza de calidad, con una estructura de escuela piramidal, teniendo los grupos de iniciación la función de base sobre la cual construir el resto del edificio. Escuela base de fin de semana, escuela de competición de entre semana, escuela de adultos y clases particulares satisfacen las necesidades de los diferentes tipos de clientes que tenemos.
Al igual que en los alquileres, tratamos de diferenciarnos de la competencia con la contratación de entrenadores experimentados, la utilización de material de enseñanza de vanguardia, un ratio de alumnos por profesor muy reducido y una programación realista donde el cliente pueda ver resultados de rendimiento lo más rápidamente posible.
– Creación de torneos y eventos para los diferentes perfiles de alumnos y clientes, desde campeonatos amateurs hasta torneos oficiales, desde fines de semana dedicados a la mujer hasta torneos de veteranos, desde jornadas Play & Stay hasta todo un Marca Jóvenes Promesas. Todo el mundo encuentra en nuestro club el torneo o competición más acorde a su edad y nivel de juego.
– Al no ser un club social al uso, hemos creído conveniente la formación de otras áreas lúdicas para desarrollar ese ambiente social tan necesario en un club de tenis. A tal fin, creamos un grupo de senderismo llamado La Mochila, un cineclub, un club de lectura e incluso una asociación musical que organiza conciertos de todo tipo, desde el rock & roll hasta el jazz, desde el blues hasta el pop, desde cantautores hasta grupos tributo a las grandes bandas.
Pasados unos meses, contemplamos con orgullo que los resultados no se han hecho esperar, y que la gente está muy contenta con nuestro trabajo, lo cual retroalimenta nuestra motivación. Si a nivel personal ha sido una satisfacción enorme, también hay que decir que nuestros números económicos salieron desde el minuto 1 de la puesta en marcha del nuevo proyecto. Pero lejos de dormirnos en los laureles, esos logros no hacen más que impulsar más y más nuestras futuras metas, convirtiendo la búsqueda de la excelencia en un hábito.
Y si fue la motivación por crear un nuevo proyecto empresarial lo que nos hizo empezar, es el hábito de la búsqueda de la excelencia lo que nos hace continuar. Y ahí estamos, continuando.
