
Seguro que has escuchado mil veces esa frase que dice que: “A veces se gana y otras se aprende”.
Entiendo que aquellos que la usan lo hacen con el fin de endulzar la derrota de tal manera que, al menos, tenga un sentido y “duela menos”.
¿Pero realmente es necesario utilizar frases de este tipo para endulzar la derrota? Es más, ¿realmente es necesario que la derrota duela tanto como para tener que inventarnos frases que rebajen ese dolor?
Todos tenemos como meta (que no como objetivo) el deseo de ganar y por lo tanto, una victoria nos va a proporcionar (a priori) más satisfacción que una derrota. Eso no lo niego.
Lo que no entiendo es esa corriente que magnifica la derrota de tal manera que convierte a aquellos que pierden es una especie de apestados y de personas que, prácticamente, no merecen el aire que respiran. (Y aunque creamos que no lo hacemos comentarios como “¿has perdido con Pepito?” o “Este partido era ganable” es lo que transmiten por debajo)
Desde esta perspectiva, entiendo mejor que haya que inventar frases que hagan de la derrota un evento menos traumático.
La derrota, como la victoria, es un evento absolutamente normal y que tendremos que aprender a aceptar sin la necesidad de edulcorarlo o de tener que usar eufemismos para adornarlo.
Perder y ganar son las dos caras de una moneda llamada juego. Ni ganar te convierte en un Dios griego ni perder en un ser despreciable o en un fracasado.
Haríamos un gran favor al deporte y a la humanidad si empezáramos a normalizar la derrota y a dejar de darle un sentido tan catastrofista y determinante.
Y aquí es donde algunos piensan “entonces para que compites, si la derrota no te duele es que no te importa perder”.
Yo no soy de la opinión de que el dolor sea el criterio que define las ganas que tiene alguien de querer ganar o perder. Yo creo que lo que realmente demuestra las ganas de alguien de querer ganar o perder son sus ganas de competir, de trabajar, de esforzarse y de aprender, pero ¡no solo después de la derrota! Sino también después de la victoria.
Porque no solo se aprende de las derrotas, ¡también se aprender de las victorias! Y cuando seamos capaces de soportar la derrota con naturalidad y sin identificarnos con ella conseguiremos, por un lado, jugadores que compitan mejor ya que tienen el foco en lo que tienen que hacer y no en lo que va a pasar y, por otro lado, jugadores capaces de gestionar sus miedos en pista.
Así pues, creo que es importante dejar de utilizar frases que camuflen las derrotas, ¡todos vamos a perder en algún momento! y nos centremos en preocuparnos por desarrollar jugadores centrados en mejorarse a sí mismo, en desarrollarse personal y deportivamente, con ganas de estar cada día mejor focalizados, con mejor actitud, con mayor capacidad de lucha, con menos miedos a cosas absurdas que pertenecen al día a día y la vida deportiva (como fallar y perder) y en el que se den cuenta que cada cosa que les pasa, ya sea una victoria o una derrota, es una oportunidad para seguir aprendiendo o para comprender cual es el camino a seguir.
Porque la realidad es que una veces se gana y otras se pierde pero… ¡siempre se aprende!
Vicente Cuairán.
Psicólogo especialista en rendimiento humano y deportivo.
Director de Academia de titanes
www.academiadetitanes.es
@adtitanes / @vicentecuairan